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Cada cinco años, el sínodo adopta un nuevo plan de ministerio para ayudar a guiar a las congregaciones y ministerios hacia una dirección unificada, la cual creemos es dirigida por el Espíritu. Este plan se desarrolla en parte al escuchar a los miembros y congregaciones a lo largo de Norte América y al conocer las necesidades que expresan. 

En base a las sesiones de escucha recientes, la siguiente declaración esta emergiendo como una de las cuatro prioridades para un plan ministerial que se presentará al Sínodo 2020 en junio:

Nuestra iglesia está orando, leyendo las Escrituras y practicando otras disciplinas espirituales, tanto históricas como nuevas, transformando nuestras vidas y comunidades para Cristo mediante el poder del Espíritu Santo.

¿Qué es lo que tiene nuestro ambiente actual y nuestra constitución demográfica que hace que expresemos el deseo de ser una iglesia que evidencie aún más esta postura?

Para responder a esto, recordemos que un énfasis en las disciplinas espirituales siempre ha sido parte de nuestra identidad. La Iglesia Cristiana Reformada en Norte América es una denominación de inmigrantes, y sus primeros miembros fueron influenciados por los eventos en los Países Bajos en 1834. En ese tiempo, algunos creyentes reformados se separaron de la iglesia estatal holandesa, creyendo que la iglesia necesitaba centrarse más en las relaciones personales de los feligreses con Dios. Esta ruptura se llamó Afscheiding, una palabra que simplemente significa separación o división. Sin embargo, a menudo nos referimos a los que se separaron como parte de la dimensión pietista de nuestra historia.

Unos 50 años más tarde, Abraham Kuyper, un pastor, escritor y primer ministro holandés, lideró un segundo movimiento que nos define hoy en día. Se llamó el movimiento Doleantie (sentir dolor) debido a la percepción de sus seguidores de que la iglesia estatal holandesa se estaba volviendo demasiado liberal. Además, con Kuyper como un líder clave de este movimiento, la importancia de la cosmovisión y una comprensión transformacionalista de Cristo y la cultura se convirtieron en una dimensión significativa de este capítulo de la historia de la iglesia en los Países Bajos.

Estos dos movimientos se unieron en 1892 para convertirse en las Iglesias Reformadas de los Países Bajos (Gereformeerde Kerk), las cuales a su vez dieron forma a la ICRNA con un énfasis en la relación personal con Dios y la necesidad de ser transformados por esta relación de manera que influya en todo lo que hacemos.

Como parte de una ola de inmigración de los Países Bajos después de la Guerra Civil en los EE.UU., sospecho que mis antepasados fueron formados más por los Afscheides, habiendo inmigrado aquí antes del comienzo de la Doleantie. En contraste, la parte de la ICR formada por la inmigración posterior a la Segunda Guerra Mundial (la mayor parte en Canadá y algunos en los EE.UU.) ciertamente se benefició de la Doleantie también. 

Pero nuestra identidad de ICRNA no se limita a estas influencias holandesas. Seguimos siendo una denominación de inmigrantes, y nuestros miembros coreanos son un gran ejemplo. Los eventos históricos en Corea han formado y siguen formando a los miembros coreanos de la ICRNA en Canadá y Estados Unidos de tal manera que se demuestra una fuerte dependencia de la oración. Esto, también, tiene una influencia sobre toda nuestra denominación.

La reciente afluencia de inmigrantes coreanos a la ICR nos ha mostrado el valor de depender de la oración. Las Cumbres de Oración organizadas por algunos de nuestros hermanos y hermanas coreanos de la ICR, por ejemplo, han despertado en todos nosotros un mayor compromiso con la oración y las disciplinas espirituales, recuperando la parte anterior de nuestra identidad.

Esto es especialmente cierto en el 2020, ya que nos enfrentamos a tiempos difíciles y confusos. Al considerar nuevos dilemas morales y éticos, al luchar por construir relaciones civilizadas en un entorno político polarizante y al esforzarnos por filtrar el diluvio de información que nos llega las 24 horas del día, recordamos la importante postura de estar de rodillas: depender de Dios y de nuestra vida de oración con Dios. 

Sospecho que en una sociedad cada vez más secularizada, sentimos la necesidad de ser la familia cristiana unida, enlazando los brazos con aquellos del pasado y de otras tradiciones. Y así, reavivamos nuestras prácticas de antaño y aprendemos de otros hermanos y hermanas cristianos cuyas tradiciones son ricas en disciplinas espirituales. Al hacerlo, estamos viviendo cada vez más en la oración de Jesús por todos los creyentes: "para que todos ellos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado" (Juan 17:21).

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