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Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano. Gritaban a gran voz: « ¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!» —Apocalipsis 7:9-10

Cuando me hice miembro de la Iglesia Cristiana Reformada de Madison Avenue en Nueva Jersey a principios de los años 80, esa congregación era bastante diversa en términos de edad, raza y etnia. Creo que es justo decir que esto era una anomalía dentro de la denominación en aquella época.

Sin embargo, actualmente, las congregaciones multiétnicas son cada vez más comunes en la ICRNA, y la denominación también cuenta con más congregaciones que representan a grupos específicos que no son blancos ni inmigrantes holandeses, y de diferentes idiomas.

Hoy, la ICRNA está compuesta por 1,025 congregaciones en Canadá y Estados Unidos. Más de 210 de ellas son congregaciones integradas principalmente por minorías étnicas, y otras 110 son congregaciones multiétnicas. Además, al observar dónde se ha producido el crecimiento reciente de nuestra denominación, esperamos que el crecimiento en un futuro próximo provenga de este tipo de comunidades. Alabamos a Dios por esta realidad y por nuestros pasos hacia la visión de Dios en Apocalipsis 7:9.

Sin embargo, una gran diversidad conlleva grandes desafíos. Todos conocemos nuestras propias historias de la bendición de Dios en nuestras vidas, y es fácil suponer que otros experimentan a Dios exactamente de la misma manera. Sin embargo, he aprendido que las formas de bendecir y obrar de Dios también son diversas. Podemos ver esto claramente cuando reflexionamos sobre la obra de Dios en la Biblia. La forma en que Jesús sanaba no era un método predecible; a veces tocaba, a veces hablaba, a veces estaba de cerca, a veces estaba a distancia. La vasta creatividad de Dios es insondable.

De la misma manera, a medida que acogemos una mayor diversidad en nuestras familias, comunidades, congregaciones y denominación, es importante que hagamos un espacio para aprender sobre y de los demás. No podemos confiar sólo en las formas familiares o tradicionales de culto o de ser iglesia.

Así que aceptemos este reto y abracemos esta oportunidad. Abrámonos a ver dónde Dios puede estar obrando en la diversidad de nuestras comunidades. Dediquemos tiempo a escucharnos y a aprender unos de otros, especialmente de quienes provienen de trasfondos diferentes a los nuestros. Y esforcémonos por alcanzar el objetivo establecido en el plan ministerial de toda la denominación, Nuestra Travesía 2025, de que nuestras congregaciones y comunidades "crezcan en diversidad y unidad buscando la justicia, la reconciliación y el acogimiento, compartiendo nuestra fe mientras construimos y honramos las relaciones con las culturas de nuestros vecinos y nuevas personas en la comunidad".

La idea de Dios sobre la diversidad es mucho más grande que la nuestra, pero Él nos llama a ser una parte importante de ella. Seamos capaces de reconocer y acoger cómo Dios está tejiendo un tapiz diferente a cualquiera que jamás hayamos visto o experimentado.

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