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Cuando leo el libro de los Hechos, veo los mismos patrones del mover del Espíritu que veo hoy.

Durante el último año he contado con el privilegio de tener una vista panorámica de lo que Dios está haciendo a través del testimonio de nuestras congregaciones y el trabajo de nuestras agencias ministeriales. Puedo informarles de que, en efecto, el Espíritu está bien vivo y nos lleva mucha ventaja en la misión a la que Dios nos ha invitado.

Cuando leo el libro de los Hechos, veo los mismos patrones del mover del Espíritu que veo hoy.  Veo al Espíritu moviéndose continuamente delante de la Iglesia e invitando a la Iglesia a seguirle.

Lo vemos desde el principio del libro de los Hechos. En Hechos 2, el don del Espíritu va acompañado de la capacidad de hablar en las lenguas nativas de personas de todo el mundo. Tres mil personas responden al mensaje de Pedro. ¿Habría esperado esto alguien que conociera el perfil de los discípulos tal y como los retratan los evangelios? ¿Habría visto alguien esto en sus trayectorias de vida?

Hechos incluye muchas otras historias de la iglesia corriendo para alcanzar al Espíritu. En Hechos 8, el Espíritu conduce a Felipe a un camino desértico donde tiene un encuentro con un eunuco etíope. ¡La obra del Espíritu fue tan evidente para Felipe que bautizó al eunuco en el acto!

Luego está la historia de Pedro y Cornelio. El Espíritu llevó a Pedro mucho más allá de su nivel de comodidad. ¡Pedro nunca en su vida se hubiera imaginado comiendo en una casa gentil e incluso pasando la noche allí!  Pero cuando el Espíritu cayó palpablemente sobre Cornelio y su familia, ¿qué otra cosa podía hacer?

Hay tantos ejemplos más en Hechos que podría citar. En Hechos 16, Pablo y sus compañeros están convencidos de que Dios les había enviado a Asia Menor para demostrar y proclamar el Evangelio. Sin embargo, una puerta tras otra se les cerraba. Entonces Pablo tuvo la visión de un hombre de Macedonia que les invitaba a llegar. Siguieron al Espíritu a un lugar al que nunca habían tenido la intención de ir y hacia una persona que nunca había estado en sus planes: una mujer de negocios llamada Lidia. Lidia y su familia se convirtieron en la semilla de la Iglesia en Europa.

Veo al Espíritu obrando de la misma manera en la Iglesia Cristiana Reformada de hoy. Permítanme dar un par de ejemplos de la Misión Mundial Resonar.

Resonar solicitó recientemente propuestas de experimentos de innovación a las congregaciones de la ICRNA y a los socios ministeriales relacionados con la ICRNA. A quienes buscaban financiación inicial se les pidió que emprendieran un pequeño experimento para discernir dónde estaba actuando el Espíritu en su vecindario y luego tomar medidas sencillas para unirse a esa labor. Para nuestra sorpresa, recibimos más de 130 propuestas. ¡Ojalá hubiéramos podido financiarlas todas! Todas ellas fueron pruebas tangibles de que el Espíritu va por delante de nosotros en nuestras congregaciones.

Hay algo más que he notado últimamente. No sólo gran parte del crecimiento de la ICRNA está en nuestras congregaciones coreanas, latinas y del sudeste asiático y en la plantación de iglesias, sino que muchas de estas congregaciones están ahora liderando el camino para volver a sus países de origen y plantar iglesias. Francamente, esto desafía muchos de nuestros paradigmas como denominación e incluso los modelos misioneros históricos de Resonar. Pero, como en la iglesia primitiva, el Espíritu va por delante de nosotros y nos invita a seguirle.

En este boletín encontrará otras historias en las que el Espíritu va por delante de nosotros y nos invita a seguirle. ¿Qué ve hacer al Espíritu en su vecindario y en sus relaciones?

 

 

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