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Al momento de escribir esto, han pasado seis días desde que mi amigo Steven Timmermans, el director ejecutivo de la Iglesia Cristiana Reformada de Norte América, optó por la jubilación anticipada y el Consejo de Delegados me pidió que sirviera como director ejecutivo interino. He aceptado humildemente este nombramiento provisional hasta el Sínodo 2020, y me siento sumamente honrado por el privilegio de servir.

Como director de ministerios y administración de la ICRNA durante los últimos cinco años, me he enfocado en asegurar que las congregaciones sean bien atendidas. Mi objetivo es doble: que todas nuestras congregaciones sean plenamente conscientes de todos los recursos que cada uno de nuestros ministerios ofrece, y que estos recursos sean producto de conversaciones continuas entre las congregaciones y los ministerios denominacionales para que sean relevantes a los contextos y necesidades particulares.

Esta lista está lejos de ser exhaustiva, y el trabajo de conectar los ministerios con las congregaciones continúa. Sin embargo, me preocupa que todo este gran trabajo y todo lo que hemos logrado juntos pueda pasar fácilmente a un segundo plano si nos centramos en las circunstancias difíciles que enfrentamos ahora.

La renuncia de Steve y el replanteamiento de la estructura legal de la denominación para asegurar estar en conformidad con la ley donataria canadiense son retos que debemos enfrentar juntos. Sin embargo, nos exhorto a enfrentarlos con el pleno conocimiento de que el Dios al que servimos sigue teniendo todo bajo su control. Debemos enfrentar nuestros desafíos con el pleno conocimiento de que el Espíritu Santo ya ha ganado la batalla.

Teniendo esto en mente, espero que continuemos enfocándonos en nuestra visión de fortalecer las congregaciones y los líderes. Creo que tres prioridades inmediatas nos ayudarán a lograrlo. Primero, los líderes denominacionales se están comprometiendo de nuevo a un enfoque intenso en la oración. Segundo, debemos asegurarnos de que nada de lo que hagamos de forma operativa influya en nuestra capacidad de servir bien a las congregaciones y a los líderes. Tercero, trabajaremos intencionalmente a nivel transnacional (en los Estados Unidos y Canadá) para asegurar que sigamos siendo una denominación unificada, aun cuando existamos en dos contextos nacionales distintos regidos por dos sistemas legales y reglamentarios distintos.

Para contribuir a todo esto, el Consejo de Delegados ha nombrado a un grupo de 10 personas de los Estados Unidos y Canadá para que aborden cuestiones eclesiásticas, estructurales y jurídicas, y para que presenten recomendaciones al Sínodo 2020. Como miembro del CDD, espero participar activamente en la conversación y hacer recomendaciones sinodales que honren la riqueza de nuestra identidad binacional y que a la vez mejoren nuestra capacidad de realizar un ministerio contextual en cada nación.

Tenemos una difícil tarea por delante, pero esa tarea no debería tener ningún efecto en nuestra capacidad de juntos ser la iglesia de Jesucristo o en nuestra capacidad de apoyar a las iglesias y a los líderes.

Si desea recibir periódicamente una nota mía sobre temas por los cuales orar, por favor hágamelo saber a: executivedirector@crcna.org

Gracias por orar, gracias por preocuparse y gracias por ser parte de este cuerpo que llamamos la Iglesia Cristiana Reformada de Norte América.

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