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The Banner es una institución periodística cuyos periodistas aman a la iglesia y desean amarla bien.

La edición de julio/agosto incluyó el editorial de despedida de Shiao Chong. Mientras comenzamos la búsqueda de editores interinos y a largo plazo, reimprimimos una versión resumida de este artículo que se publicó originalmente en línea en TheBanner.org bajo el título «Behind the Banner» (Detrás de The Banner).


Durante más de un siglo, The Banner ha sido la revista oficial de la Iglesia Cristiana Reformada. Desde 2015, esta revista ha trabajado bajo un mandato y unas directrices editoriales que exigían al equipo editorial mostrar «las diversas posiciones que existen dentro de la iglesia», «dirigir y fomentar un debate responsable sobre las cuestiones importantes para la vida de la iglesia a través de comentarios editoriales y la publicación de artículos que representen las diversas opiniones que existen dentro de la iglesia», y a permitir «que miembros de la iglesia expresen sus opiniones y reacciones, aunque algunas de estas opiniones puedan ser inaceptables para otros miembros de la iglesia» (el énfasis es mío).

A partir del Sínodo de 2025, esas cuestiones ya no forman parte de las directrices, y la evaluación de The Banner sobre las tendencias dentro de la iglesia incluirá ahora «el reconocimiento y el respeto adecuados de las posiciones oficiales de la ICRNA y dentro de los límites de nuestros compromisos confesionales». Se ha añadido una nueva parte que nos llama a «representar públicamente a la denominación ante la iglesia cristiana en general y ante el mundo en su conjunto, hablando desde una perspectiva claramente reformada, en consonancia con nuestras confesiones y decisiones sinodales, y representando a la ICRNA como su publicación oficial».

Lamento la abrupta forma en que el sínodo introdujo estos cambios y cómo la aparente restricción de cualquier tipo de opinión ha afectado lo que la gente cree que puede esperar de The Banner.

Pero si lo miramos más de cerca, sobre todo lo que no ha cambiado desde las directrices de 2015, estas actualizaciones no supondrán un gran cambio en nuestra forma de trabajar. Los que seguimos trabajando en The Banner esperamos y creemos que es posible mantener una publicación periodística que cumpla con el mandato del sínodo con integridad.

El hecho de cumplir con este mandato no cambiará la forma en que cubrimos las noticias de la ICR, y siempre hemos trabajado dentro del sistema de creencias cristiano reformadas al presentar artículos destacados. A menudo hemos incluido notas del editor que indican la postura oficial de la ICR. Ahora seremos más coherentes en esta práctica y seremos aún más específicos sobre las posiciones oficiales de la denominación.

El mandato sigue exigiéndonos que informemos de manera honesta e imparcial sobre las actividades que afectan a la iglesia. Seguimos estando llamados a presentar materiales que edifiquen a los lectores y los animen a crecer en madurez cristiana y a vivir su fe en la vida cotidiana. Seguimos estando llamados a proporcionar un medio a través del cual los miembros de la iglesia puedan expresar sus puntos de vista y opiniones sobre cuestiones pertinentes. Todas estas cosas las hemos hecho y Dios mediante, las seguiremos haciendo lo mejor que podamos.

Lo que tampoco ha cambiado es nuestra libertad editorial para «informar a los lectores sobre lo que ocurre en la iglesia, incluidos los problemas, necesidades y preocupaciones relevantes, aunque algunas personas, congregaciones u organismos prefieran que dicha información no se difunda» (cursiva añadida). No tenemos intención alguna de renunciar a esta responsabilidad. The Banner es una institución periodística cuyos periodistas aman a la iglesia y desean amarla bien planteando «problemas, necesidades y preocupaciones relevantes», tal y como nos exigen las directrices.

Nuestras directrices siguen incluyendo una sección importante sobre la integridad editorial, que no ha cambiado. Entre los 11 puntos se encuentran «La verdad debe escribirse, pero siempre con amor» y «Las críticas deben ser constructivas y justas». Este es el espíritu con el que compartimos este editorial. Seguiremos aplicando la integridad editorial mientras seguimos haciendo esta revista.

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