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De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

—Romanos 12:6-8

En numerosas ocasiones a lo largo del año pasado, he reflexionado sobre el COVID y los otros grandes acontecimientos que están ocurriendo en nuestra sociedad. En medio de estos retos continuos, la Iglesia Cristiana Reformada también está entablando debates intensos sobre la sexualidad, la naturaleza del racismo sistémico y nuestra estructura denominacional. Estas dos últimas cuestiones fueron objeto de las reuniones del Concilio de Delegados en mayo.

No diré que fueron conversaciones fáciles, pero puedo reportar que estas duras discusiones produjeron varias recomendaciones por parte del CDD que ayudarán al avance de la ICR. Entre ellas, la recomendación de examinar y evaluar a fondo nuestros ministerios de justicia, en conjunto con un mayor compromiso por apoyarlos mejor en sus mandatos sinodales. El CDD también consideró nuestra estructura binacional, viendo cómo podemos reajustar los puestos de liderazgo de alto nivel buscando permitir mayor dirección y control dentro de Canadá, y al mismo tiempo mantener la unidad como denominación.

Doy gracias a Dios por los miembros del CDD—por su compromiso con la denominación, por su energía y su resolución por encontrar soluciones a asuntos intrincados, y por su valentía al adoptar soluciones que requerirán un sacrificio por parte de muchos.

También estoy agradecido por los líderes que sirven junto a mí en todos los ministerios de la ICRNA. Han tenido que adaptarse y girar en torno a la pandemia COVID en múltiples ocasiones a lo largo del último año. Ahora que empezamos a preparar la reapertura de nuestras oficinas denominacionales, se están adaptando una vez más, encontrando las mejores maneras de incorporar las lecciones del año pasado a las normas de prácticas adecuadas de años anteriores.

En medio de todo esto, reconocemos que el sufrimiento continúa en muchos países de Asia, África y América Latina que no cuentan con un acceso adecuado a las vacunas. Aun en esta situación, veo el liderazgo de la ICRNA en la respuesta de Mundo Renovado. Los tiempos difíciles exigen un liderazgo centrado, firme y diligente, y eso es lo que veo a mi alrededor.

Por favor, únanse conmigo en oración por las personas que han sido llamadas a ser líderes en la ICRNA. Esto incluye a los miembros del CDD y a los directores de las agencias, pero también a los líderes dentro de nuestras clasis e iglesias locales, a los pastores y a los voluntarios. Todos nosotros somos llamados a dirigir con diligencia.

Y mientras brindamos dirección, recordemos que debemos hacerlo de acuerdo con el ejemplo de Cristo. No somos llamados a tratar a nadie con prepotencia; como líderes-siervos oramos para que el Espíritu Santo nos dé ojos de fe para ver los talentos que Dios les ha dado a los demás, elevándolos para el bien del reino, de modo que a través de todo ello podamos reconocer la realidad de que todos somos parte del mismo cuerpo, y ninguna parte puede funcionar sin las demás.

Pues, así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.

—Romanos 12:4-5

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