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Las Escrituras nos dicen que las mejores ventanas a la divinidad de Dios son los portadores de su imagen—y aproximadamente la mitad de esos portadores en el mundo de hoy son mujeres.

Es mucho lo que podemos aprender sobre Dios al contemplar este universo hermoso y diverso que Dios ha creado. Las Escrituras nos dicen que las mejores ventanas a la divinidad de Dios son los portadores de su imagen—y aproximadamente la mitad de esos portadores en el mundo de hoy son mujeres.

Génesis 1:27 dice: "Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó". Las mujeres completan la imagen de Dios en la humanidad y enriquecen inmensamente a la iglesia.

Muchos de los discípulos más fieles de Jesús fueron mujeres (María la madre de Jesús, María Magdalena, María la madre de Santiago, etc.) que arriesgaron sus vidas para quedarse con él durante su crucifixión. Fueron las primeras en presenciar su resurrección y las primeras en compartir esta buena noticia con los demás. En la Iglesia primitiva, mujeres temerosas de Dios como Lidia, Febe, Priscila y Junia proporcionaron liderazgo y apoyo a las primeras congregaciones.

Lo mismo ha ocurrido también en la historia más reciente. Como ha sido el caso de las mujeres a lo largo de gran parte de la historia, las mujeres de la Iglesia Cristiana Reformada a las que se les negaron puestos de liderazgo en iglesias establecidas encontraron valientemente otras formas de liderar. A menudo emprendieron tareas misioneras, a veces corriendo un gran riesgo. De hecho, a finales del siglo XIX y principios del XX, hubo un movimiento de misioneras jóvenes.

Un ejemplo es Johanna Veenstra. Hace más de 100 años, Veenstra viajó a Nigeria como una de las primeras misioneras Cristianas Reformadas y ayudó a sentar las bases para el  labor de plantación de iglesias más exitoso del que ha  formado parte nuestra denominación. Por desgracia, pasaron muchos años antes de que Veenstra fuera reconocida por su propia denominación como misionera llamada por Dios.

Si observamos la iglesia mundial en la actualidad, podemos ver historias similares. En América Latina, África, Asia meridional y otras regiones, las mujeres desempeñan a menudo un papel sobresaliente en el ministerio y la misión de las iglesias. Su profunda espiritualidad, pasión, coherencia y arraigo en sus comunidades y familias anclan sus iglesias en sociedades y culturas a menudo hostiles e incluso cerradas al evangelio.

Lo que es aún más asombroso es que muchas de estas mujeres hacen todo esto sin beneficiarse del acceso a la educación, el empleo y los derechos civiles que damos por sentado. Dios realmente ha derramado su Espíritu de manera extravagante sobre tantas mujeres cristianas que se entregan desinteresadamente al ministerio del evangelio.

Al pensar hoy en la Iglesia Cristiana Reformada, damos gracias a Dios por nuestras muchas hermanas que han luchado fielmente por el evangelio en Canadá, Estados Unidos y en todo el mundo. Varias de sus historias figuran en las páginas de esta sección.

Ya sea que nos consideremos igualitarios o complementarios, ya sea que seamos hombres o mujeres, todos compartimos la gratitud por las mujeres que hay entre nosotros. También compartimos el lamento de que con demasiada frecuencia hemos impedido que las niñas y las mujeres compartan sus dones.

Este mes me gustaría animarnos a todos a pensar en las oportunidades que podemos tener para alentar a las mujeres y niñas de nuestras comunidades. La mentoría puede ser una poderosa herramienta para la formación de fe en niñas y mujeres jóvenes, ayudándolas a reconocer y seguir el llamado de Dios en sus vidas. Invitar a las niñas y a las jóvenes a que den su opinión y sus ideas espirituales también puede crear un espacio para que su fe florezca.

Para que nuestras iglesias muestren realmente la imagen de Dios, las mujeres y los hombres deben adorar y trabajar juntos para la gloria de Dios. Esto es lo que significa ser el cuerpo de Cristo en un mundo donde la ruptura caracteriza las relaciones entre hombres y mujeres. Que todos podamos vivir esto más plenamente.

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