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“Si la iglesia institucional guarda silencio en la plaza pública, [los adultos jóvenes] considerarían esto como infidelidad al llamado de Dios”.

Hay una regla según la cual los ministros no deben contar historias sobre sus hijos desde el púlpito—al menos no sin el permiso de ellos. Tal vez debería haber una regla similar que prohíba a las personas denominacional como yo, escribir sobre sus hijos. Dejaré que usted decida.

Nuestros hijos adultos (y sus cónyuges) tienen entre 19 a 30 y algo años, la mayoría están en los 20 y algo. Les hice algunas preguntas como miembros de iglesias cristianas Reformadas, y los que respondieron dijeron que puedo compartir mis perspectivas resultantes con ustedes.

Empezaré con una explicación. Envié mi encuesta cuasi-científica a nueve personas. No obtuve un promedio de respuesta al 100 por ciento, y pienso que eso es saludable—ellos no siguen la corriente simplemente porque su papá sirve en la Iglesia Cristiana Reformada.

Un término que se usa a menudo con la investigación de encuestas es “consentimiento informado”. Les hablé de mis intenciones, así que comprendieron el propósito de mis preguntas: Tenía una fecha límite de Banner que se acercaba.

Aunque me preocupo mucho por cada generación de la CRC, el grupo en quien pienso más es la generación de los jóvenes-adultos. Todos nosotros leímos la investigación que dice que esta generación no se está apegando a la iglesia institucional como lo han hecho las generaciones anteriores. (Para un análisis útil, leer Emerging Adulthood and Faith por Jonathan Hill, disponible en Calvin College Press).

Estoy preocupado por nuestra denominación. Así que les pedí a mis hijos que trataran de entender su parte en CRC. Les di a considerar tres dimensiones:

  • Hasta qué punto que sean parte de sus congregaciones locales los identifica como Cristianos Reformados.
  • Hasta qué punto su compromiso con la denominación los identifica como Cristianos Reformados.
  • Hasta qué punto abrazar un conjunto particular de creencias bíblicas/teológicas les lleva a identificarse como Cristianos Reformados. (Para esto, usé el ejemplo de Kuyper: Cada pulgada cuadrada pertenece a Dios).

Les pedí que colocaran porcentajes al lado de cada factor y que la suma de los tres resultara en 100 por ciento.

Sin revelar respuestas específicas, surgió un patrón claro. Para casi todos ellos, la razón más fuerte para identificarse como Cristiano Reformado, fue la membresía en una congregación local. Eso es lo que los hace CRC.

El segundo factor más fuerte fue abrazar las creencias reformadas bíblicas/teológicas—y para dos, este fue su enfoque más fuerte. En último lugar quedó la identificación con la denominación.

¿Es este patrón similar al suyo? Sospecho que lo es para muchos. Y así es como debería ser. El ser parte de un cuerpo de adoración local debería ser de suma importancia, y qué bendición es saber que las congregaciones CRC están llenando este papel crítico.

También me complació ver que la dimensión bíblica/teológica es también importante, aunque sé que mis hijos no entran en discusiones como si la iglesia es un organismo o un instituto. Este tipo de distinciones no les importa mucho a ellos. Si el tema es mayordomía de la creación de Dios, no les importa mucho separar las acciones de miembros individuales de aquellos de la iglesia institucional. Me atrevería a decir que si la iglesia institucional guarda silencio en la plaza pública, ellos considerarían esto como infidelidad al llamado de Dios.

También tenemos que enfrentar la tercera dimensión: la identificación con la CRC como una denominación. A diferencia de generaciones anteriores, esta generación emergente no enfoca mucho su atención allí. Está claro que, para esta generación de adultos jóvenes, ser parte de una denominación es aceptable pero no necesario.

Tal vez eso es algo que tenemos que aprender de nuestros adultos jóvenes. Debemos centrarnos en congregaciones saludables con sólidos fundamentos bíblicos y teológicos, mientras que el papel de la denominación es ayudar a las iglesias a florecer para que nuestros hijos e hijas puedan ser enraizados, creciendo en fe, y compartiendo su fe con otros.

¡Estoy agradecido por poder aprender de ellos!

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