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En esta historia, los "de afuera" fueron más justos y estuvieron más alineados con el propósito de Dios que los "de adentro".

Se acercan la Navidad y la Epifanía, y la historia de los "sabios" del Oriente nos volverá a llamar la atención una vez más. Desde los villancicos hasta las pastorelas y representaciones teatrales, los "tres reyes" que le llevan regalos al niño Jesús compartirán el centro de atención. Pero creo que los cristianos no han reflexionado suficientemente sobre el significado radical de la historia.

En primer lugar, "sabios" o "reyes" son traducciones mediocres de la palabra griega original "magi". "Magos" se aproximaría más al significado original refiriéndose a paganos especializados en adivinación, augurios y astrología. Los antiguos podrían llamarles "hechiceros". Algunos historiadores los clasifican como los científicos de su tiempo. Para los antiguos judíos, estos magos estarían incursionando en artes detestables, incluso pecaminosas, prohibidas por Dios (Dt. 18:9-14).

Además, los magos eran gentiles paganos. Los historiadores creen que probablemente eran persas o árabes. Según todo lo que se conoce, los antiguos judíos considerarían a los magos como personas religiosamente y culturalmente ajenas, probablemente dignos del juicio de Dios debido a sus falsas creencias religiosas y su práctica pecaminosa de interpretar signos.

Por lo tanto, es sorprendente que Mateo haya registrado esta historia (Mateo 2:1-12). Los estudiosos de la Biblia creen que Mateo fue escrito principalmente para una audiencia judía. Imagine lo sorprendidos que se sentirían los lectores judíos al descubrir que Dios usó a estos paganos ajenos detestables—que incluso usó su "ciencia" astrológica oriental—para revelar la verdadera divinidad y realeza de Jesús como el Mesías. El contraste es impactante. A pesar de contar con las Escrituras de Dios, los líderes y jefes de los sacerdotes judíos no conocieron ni se prostraron ante el Mesías, y necesitaron la provocación de los paganos para buscar las antiguas profecías. Pero los magos, a través de solo la revelación general de Dios en las estrellas, buscaron al Cristo y lo adoraron. Y Jesús recibió regalos de ellos. En esta historia, los "de afuera" fueron más justos y estuvieron más alineados con el propósito de Dios que los "de adentro".

La historia de los magos es un cuento con moraleja para nosotros. A pesar de contar con las escrituras y conocerlas, ¿podríamos nosotros, los cristianos "de adentro", aun estar perdiéndonos de la misión y los propósitos de Dios? ¿Deberíamos ser menos prestos a descartar a los “externos” y sus entendimientos, conocimientos y ciencia simplemente porque siempre los hemos considerado detestables y equivocados? ¿Podría Dios realmente usar a estos “externos” detestables para obsequiar regalos valiosos a la iglesia?

La historia de la iglesia muestra que a menudo la iglesia ha actuado más como Herodes que como Jesús con respecto a los "externos". A menudo aprendemos sólo lo suficiente de los “externos” como para atacar sus ideas y proteger nuestras propias agendas y nuestro status quo. Incluso hemos sacrificado a nuestros propios hijos, hablando metafóricamente, al hacerlo. ¿Cuántos miembros de la iglesia han sido despachados debido a lo sentencioso que puede ser el cristianismo en cuanto a nuevas ideas influenciadas por personas y prácticas "externas"?

Nosotros como parte de la iglesia occidental a menudo no reconocemos lo mucho que ya tomamos prestado de nuestra cultura occidental. Nuestro cristianismo no es puro. A menudo no aprendemos genuinamente de los cristianos del sur y del este. Se me abrieron los ojos cuando leí el libro Misreading Scripture with Western Eyes (Leyendo mal las Escrituras a través de ojos occidentales), y quedo a la espera de su secuela, Misreading Scripture with Individualist Eyes (Leyendo mal las Escrituras con ojos individualistas). Todos deberíamos leerlos para reconocer cómo nuestras lecturas bíblicas ya están influenciadas, si no es que distorsionadas, por la cultura occidental.

Nuestra herencia reformada occidental puede beneficiarse de obsequios provenientes de aquellos fuera de nuestra tradición, así como ellos pueden beneficiarse de nuestros obsequios. Pero con demasiada frecuencia elegimos la postura de maestro orgulloso en lugar de humilde estudiante. Que la historia de los magos nos dé la humildad para poder cambiar esa postura.

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