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¿Podría ser este un momento en el cual los norteamericanos pinten una visión renovada de Cristo y su señorío en un lienzo menos manchado por el pasado?

Soy miembro de la Iglesia Cristiana Reformada desde hace casi 25 años. Como un joven cristiano que había crecido fuera de los círculos reformados, una cosa que me llamó la atención de inmediato sobre la ICRNA fue la actitud diferente que encontré dentro de esta denominación con respecto a la cultura y los medios de comunicación. Noté una postura de discernimiento que tomaba en cuenta tanto la cultura "secular" como el contenido "cristiano" o "evangélico".

Por ejemplo, dentro de mis círculos pentecostales nadie había sugerido jamás que pudieran existir medios de comunicación populares que comunicaran temas cristianos. Tampoco se había visto que alguien presentara una crítica sobre los medios de comunicación cristianos, los cuales me parecían sacrosantos. La enseñanza reformada que señaló que mi cosmovisión afectaba al modo en que consumía o producía medios de comunicación y la cultura fue una experiencia muy reveladora. Me dije: "¡Esta gente de la ICR cuenta con algo muy bueno!".

Ahora soy mayor y he vivido en tres países diferentes fuera de Norteamérica. Por necesidad, me he convertido en un estudiante de los idiomas y la cultura. Sigo pensando que la ICRNA cuenta con algo muy bueno. Nuestro arraigo bíblico y nuestra identidad confesional proporcionan una base sólida para producir y evaluar la cultura y los medios de comunicación.

He notado, como estoy seguro de que usted lo ha hecho, de que cada vez hay menos gente conectada con el cristianismo en Norteamérica. En muchos lugares hay poca fluidez en cuanto a imágenes y temas bíblicos. De hecho, en varios lugares donde antes asumíamos la presencia de un sentido de "cristiandad" o de un conjunto de valores, supuestos y afiliaciones institucionales cristianas muy extendidas, eso ha desaparecido.

Muchos ven esto como una pérdida. Como cristianos, hemos perdido influencia y poder. Vemos iglesias vacías convertidas en restaurantes, museos y salas de conciertos. Cristianos en Canadá y Estados Unidos podrían temer que seguimos en la misma dirección de países como Libia, Israel, Jordania, Líbano, Siria e Irak, o incluso el Reino Unido, Francia o Suecia, donde las personas que se identifican como cristianos activos ahora son una pequeña minoría.

Si embargo, me pregunto si esto podría ser mejor visto como una oportunidad. ¿Podría ser éste un momento en el cual los norteamericanos pinten una visión renovada de Cristo y su señorío sobre un lienzo menos manchado por el pasado?

La gente de nuestro mundo necesita escuchar el evangelio vivificante de Jesucristo ahora más que nunca. El Espíritu Santo puede obrar a través de nuestro legado de discernimiento, creatividad y profundidad bíblica en torno a cómo abordamos a la cultura y a los medios de comunicación. Las plataformas mediáticas modernas ofrecen a los cristianos grandes oportunidades para influir en su cultura.

Admito que a medida que envejezco mi entusiasmo se ve atenuado por la realidad. El mal es poderoso, y los medios de comunicación seguirán haciéndole daño a nuestra fe, relaciones personales y autoestima. Nuestra influencia cristiana crecerá y disminuirá hasta que Cristo vuelva. Y, sin embargo, tengo esperanza.

Estoy agradecido por los ministerios, agencias e instituciones cristianas reformadas que producen materiales mediáticos y medios de comunicación y nos enseñan cómo crearlos y consumirlos de una manera que sea fiel a las Escrituras y a nuestras confesiones. Parece que esto se necesita ahora más que nunca.

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