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Dios nos ha provisto con el Espíritu Santo para guiarnos en medio de los cambios que enfrentamos.

"Tal vez nada en la cultura norteamericana haya cambiado más rápida y dramáticamente que las costumbres sexuales". Esta declaración es del informe interino que el Comité para Formular un Fundamento de Teología Bíblica de la Sexualidad Humana está proporcionando al sínodo este mes.

El Sínodo 2016 pensó que era mejor concentrarse en el tema central de la sexualidad humana al pedir un informe que sería para "sentar las bases". Sin embargo, esta observación sobre los cambios en las normas de la sociedad también puede ayudarnos a pensar en una variedad de asuntos que se tratarán en el sínodo este año.

Además de la sexualidad humana, el Sínodo 2019 también examinará un informe sobre el abuso de poder en la iglesia y discutirá las propuestas sobre temas como el cambio climático, asuntos entre Israel y Palestina, la inmigración y el kinismo.

Como lo indican el volumen y la variedad de estos temas, vivimos en un mundo a menudo confuso, cambiante y dividido. Vemos cambios que suceden dramáticamente en formas aparentemente aceleradas. ¿Cómo debe responder la iglesia?

El cambio en sí mismo no es algo que un comité de estudio del sínodo pueda abordar, ni es algo que necesariamente requiera una propuesta. Sin embargo, creo que es importante hacer una pausa y notar al menos dos cosas sobre el cambio.

Primero, individualmente y entre familiares y amigos, nos cansamos. Nuestra herencia judeocristiana se sintió una vez como un terreno sólido, pero ahora parece haber desaparecido. Esto se siente aún de manera más significativa que la brecha generacional de algunas décadas pasadas. No es que solamente estamos luchando por entender las nuevas ideas de nuestros jóvenes; más bien, las nuevas perspectivas, tanto de jóvenes como de mayores, están avanzando de forma rápida y furiosa.

¿Qué es el kinismo? ¿Qué dice realmente la ciencia sobre el cambio climático? ¿Qué es el movimiento #MeToo y cómo se relaciona con el abuso de poder? Además, algunas de las perspectivas sobre estas ideas se contradicen drásticamente con otras. Ante tantos problemas y tantas perspectivas, nos cansamos.

Lo segundo que me gustaría señalar es que, ante este cansancio, tenemos una solución. Debemos volvernos a nuestra fe como se expresa en las Escrituras, como se refleja en nuestros credos y confesiones, como se explica en nuestros testimonios contemporáneos, y como se proclama cada domingo. Dios nos ha provisto con el Espíritu Santo para guiarnos en medio de los cambios que enfrentamos. Tenemos la tarea de ser fieles en escuchar al Espíritu y buscar discernir la voluntad de Dios.

Respecto a esto, me viene a la mente una presentación en un seminario dado por John Kromminga en 1971 en el Seminario en los Rockies. Este seminario se produjo durante otra era de cambios dramáticos, y mientras Kromminga consideraba cómo debía reaccionar la iglesia, hizo hincapié en la obra del Espíritu Santo:

“La presencia del Espíritu Santo se debe asumir. Ha de ser esperada. Ha de ser buscada. Ha de ser descubierta. Y debemos hacer esto juntos. El predicador cristiano, el maestro cristiano, el profesional cristiano y cada miembro cristiano tienen que estar trabajando en esto, enseñándose unos a otros y escuchándose unos a otros. Si esto se logra hacer, podemos hacer frente al cambio pero, sin perder la comunidad. Si esto se logra hacer, podemos cambiar y, sin embargo, no cambiar. Podemos servir al mundo entero y no perder nuestra propia alma. ¿Quién va a decir que no se puede hacer?

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