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Este mes se cumplirán dos años desde que muchos de nosotros nos enteramos por primera vez de la pandemia del COVID-19. Hemos soportado un 2020 difícil, un 2021 igualmente difícil, y ahora en 2022 seguimos viviendo las tensiones y presiones de esta crisis.

En muchos sentidos, la vida es dura. Hace poco reflexionaba sobre lo fácil que puede ser perder la esperanza en una época como ésta, pero, sin embargo, nuestra esperanza es Cristo. En él no sólo tenemos vida, sino que podemos tenerla plenamente, incluso en años como el 2022.

Santiago 1:2-5 dice, “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada. Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.”

Santiago 1:2-5 dice, “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada. Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.”

Santiago continúa diciendo que perseverar ante las dificultades tiene el potencial de darnos madurez. Añade que cualquier cosa que nos falte, especialmente si nos falta sabiduría, debemos pedírsela a Dios, y él responderá a esas oraciones.

Como Iglesia Cristiana Reformada, hemos padecido los años 2020 y 2021. Tenemos algo de dolor y algunas cicatrices como resultado. No se siente como una dicha. Aunque hemos aprendido mucho, es posible que muchos de nosotros aún no sintamos que hayamos crecido en sabiduría como resultado de estas pruebas.

Y, aun así, oramos. A lo largo de la pandemia del COVID-19, las iglesias, las clasis y los ministerios denominacionales se han dedicado a orar fervientemente. Esta oración continúa a medida que avanzamos en 2022.

Durante el año pasado y aun antes, hemos estado en una temporada de oración por la denominación mientras consideramos los asuntos de gran importancia que deben tratarse en el Sínodo 2022. Este sínodo es de especial importancia porque es el primer sínodo que se celebra desde 2019 y, por lo tanto, tiene una agenda voluminosa, y varios de los temas de la agenda tienen el potencial de causar debate e incluso división.

Pero servimos a un Dios aún más grandioso e importante que cualquier agenda y quien es más trascendente que cualquiera de nuestros problemas más relevantes. A este Dios es a quien elevamos nuestras oraciones y a quien pedimos sabiduría.

Sabemos que seguimos en medio de la guerra espiritual que Pedro describió en 1 Pedro 5:8: "Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar". Y sabemos que la oración es un arma que podemos utilizar en esta batalla espiritual. Esta edición de The Banner incluye varias historias sobre cómo la gente de la ICRNA está recurriendo a la oración a pesar de estar enfrentando desafíos abrumadores,  y como están viendo cómo Dios responde a esas oraciones de manera sorprendente.

Que sigamos dando prioridad a la oración como una necesidad para toda la vida y el ministerio, y que también podamos decir con Martín Lutero: "Tengo tanto que hacer que pasaré las primeras tres horas en oración."

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